Declaración Doctrinal (Lo que Creeemos)

La Divinidad Eterna
Creemos en un solo Dios viviente y verdadero que es trino; y que a la vez son tres personas idénticas en naturaleza, atributos y esencia, pero distintas en personalidad y obra: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, pidiendo, suplicando, buscando, guiando, resucitando, enseñando, glorificando, bautizando, dotando con poder de lo alto a aquellos que ceden en humildad y mansedumbre, preparándolos para el gran día de su manifestación en gloria del Señor. Asimismo creemos que este Dios trino y las personas que lo integran, es verdadero, creador, quien fue, es y será, es eterno en todos sus atributos naturaleza y esencia.

El Padre
Creemos en Jehová, la Primera Persona de la Trinidad; que es el creador absoluto de todas las cosas visibles e invisibles, de todo cuanto es y existe, materia, energía y vida, que Él es viviente en sí mismo y por sí mismo, independiente y distinto a su creación, Omnipotente, Omnisciente y Omnipresente.
Creemos que Dios se ha revelado al hombre personalmente, como hombre, por medio de su palabra y la creación. Él es Creador, se manifiesta como el Dios de Abraham, de Israel, de David y que es a su vez el Padre de Jesucristo en quien sujetó todas las cosas como Rey y Señor.

El Hijo
Creemos en Jesucristo, la Segunda Persona de la Trinidad, el Hijo eterno de Dios; encarnado, concebido virginalmente por obra del Espíritu Santo en el vientre de la virgen María; Redentor de la humanidad entera, pero Salvador únicamente de los que creen en Él, y solo en Él, como su Señor y Salvador el cual se revela como el Dios del colegio apostólico, del cuerpo de Cristo y piedra angular de la iglesia universal. Jesucristo es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, con una naturaleza divina y eterna, y una naturaleza humana y eterna, pero una sola persona. Que nació, vivió y murió sin pecado, agradando al Padre; que murió, verdadera y materialmente, que resucito de entre los muertos, verdadera y materialmente al tercer día, y que ascendió para sentarse a la diestra del Padre donde ahora se encuentra y de donde vendrá a juzgar a todas las naciones. Que su vida muerte y resurrección fue de acuerdo a todas las profecías del Antiguo Testamento y que fue documentada como un hecho histórico y real, en el tiempo y el espacio por los evangelios en el Nuevo Testamento.

El Espíritu Santo
Creemos en el Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Trinidad, enviado por el Padre y por el Hijo para ser nuestro Ayudador. El Espíritu Santo convence a los no creyentes para que puedan creer en el Señor Jesús y que, cuando creen en Él, les da nueva vida espiritual. Creemos que el Espíritu Santo bautiza y une a los creyentes y les reparte dones para glorificar al Padre y edificar a la iglesia. Que habita en todos los verdaderos creyentes en el Señor Jesús, sellándolos con Su presencia como la propiedad peculiar de Dios. Creemos que la voluntad de Dios es que vivamos bajo Su control permanentemente.

La Biblia
Creemos que la Sagrada Biblia es la palabra del Dios viviente, que es verdadera, inmutable e inquebrantable; solamente en ella creemos y es nuestra máxima norma de fe y conducta; describe lo que debemos creer y hacer. Creemos que la Biblia fue escrita por hombres santos de la antigüedad, conforme fueron movidos e inspirados por el Espíritu Santo. La Sagrada Biblia es una lámpara encendida para guiar los pies de un mundo perdido, de las profundidades del pecado y del dolor hacia las alturas de justicia y gloria. Es un espejo sin nubes que revela la cara de un Salvador crucificado, una plomada para enderezar la vida de cada individuo y comunidad, una espada de doble filo para discernir el bien y el mal, lo bueno de lo malo y lo verdadero de lo falso, es una cuerda fuerte de amor y ternura para atraer al arrepentimiento a Cristo Jesús, un bálsamo de Gilead, inspirado por el Espíritu Santo, que puede sanar y resucitar a cada corazón abatido, el único terreno verdadero de comunidad cristiana y unidad, un llamado amoroso de Dios infinitamente lleno de amor, una advertencia solemne, el trueno distante de la tormenta de ira y retribución que sorprenderá al despreocupado. Un letrero que señala hacia el cielo, una señal de peligro que previene del infierno, el tribunal divino, supremo y eterno por cuyas normas todos los hombres, las naciones, credos y motivos serán probados. Su tema central desde el principio hasta el fin es, directa o indirectamente la persona y la obra del Señor Jesucristo.

El Cielo
Creemos que el cielo es la indescriptible gloriosa habitación del Dios viviente, y que allí el Señor Jesucristo ha ido a preparar un lugar para sus hijos, que en esta ciudad inquebrantable, cuyo constructor y creador es Dios, el creyente sincero que ha lavado sus ropas en la Sangre del Cordero y ha vencido por la palabra de su testimonio, será llevado. Estando en este lugar en indecible gozo verá siempre la maravillosa cara del creador, en un reino perpetuo en el cual no hay oscuridad, ni noche, ni tampoco tristeza, ni lágrimas, ni dolor, ni muerte y en donde ángeles atienden y cantan alabanzas a nuestro Rey, inclinándose delante del trono, pregonando “Santo, Santo, Santo”.

El Infierno
Creemos que el inferno es un lugar de oscuridad exterior y de profundo dolor, donde los gusanos no se mueren y el fuego no se apaga, un lugar preparado para santanas y sus seguidores, donde habrá gemidos, llanto y rechinar de dientes, un lugar de aflicción y lamentos eternos de todos aquellos cuyo nombre no está escrito en el libro de la vida.

La caída del hombre
Creemos que el primer hombre, Adán, fue creado a la imagen de Dios delante de quien caminó en santidad y pureza, pero que por desobediencia voluntaria y trasgresión, cayó en un estado de pecado e iniquidad, y como consecuencia de esto, toda la humanidad es pecadora venida a la muerte. Amoldado en iniquidad y completamente nulo por naturaleza de esa santidad requerida por la ley de Dios, positivamente inclinado a la maldad, culpable y sin excusa, justamente mereciendo la condenación de un Dios Justo.

La Causa y el Medio de Salvación
Por su condición de pecado el hombre es incapaz de redimirse a sí mismo, encuentra salvación solamente por la gracia de Dios a través de la fe en la muerte vicaria de Cristo. Que Dios mismo salva sobrenaturalmente a los que Él quiere; que los salva gratuitamente, sin obligación de su parte ni merecimiento alguno del hombre, aceptando solamente el evangelio de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.

El plan de redención
Creemos que mientras éramos aún pecadores, Cristo murió por nosotros de manera voluntaria y en obediencia al Padre, tomando el lugar del pecador y de sus pecados, soportando su castigo, y firmando con su sangre el perdón del pecado más vil, resucitando de los muertos y dándonos a través de este hecho, libertad del pecado y la muerte eterna por medio de la fe.

El Sacrificio Vicario
Creemos que el sacrificio de Cristo en la cruz, es eficaz para salvar a toda persona. Creemos que el Señor Jesús vino al mundo, se encarnó y murió por todas las personas, el Justo por los injustos, recibiendo su condenación, muriendo la muerte de ellos, saldando totalmente el castigo que era de ellos.

La salvación a través de la gracia
Creemos que la salvación de los pecadores es totalmente gratuita, que no tenemos justicia o benignidad de nosotros mismos para obtenerla; por tanto, debemos venir, dejándonos nosotros mismos en la inagotable misericordia y amor de Él, quien nos compró y lavó con Su propia sangre.

El nuevo Nacimiento
Creemos que el cambio que toma lugar en el corazón y en la vida de una persona en la conversión, es un cambio real; que el pecador es nacido de nuevo de una manera gloriosa y transformada en la manera de pensar, que todo lo hecho en el pasado es hecho nuevo hasta tal punto, que el pecado que en otro tiempo se deseaba, ahora es aborrecido por la intervención del Espíritu de Cristo que genera nuevos deseos, nuevas aspiraciones, nuevos intereses y una nueva perspectiva de vida, de tiempo y de eternidad, buscando siempre aquellas cosas que son de arriba.

El bautismo del Espíritu Santo
Creemos que Jesucristo es quien a través de su vida, muerte y resurrección nos abre el camino para la salvación eterna y da pauta al bautismo por el Espíritu Santo, que es la entrada del prometido Consolador, en poderosa y gloriosa amplitud, para investir al creyente con poder de lo alto, para glorificar y exaltar al Señor Jesucristo, para dar elocuencia inspirada en testificar de Él, para abrigar el espíritu de oración, santidad, sobriedad, para equipar al individuo y a la iglesia para ser sus testigos y, gozosamente predicar y ganar almas; el creyente tenga toda la razón de esperar que su entrada sea en la misma manera como Él vino sobre los judíos y los gentiles, del mismo modo como los días bíblicos y como está escrito en la Palabra, que sea verdaderamente dicho de nosotros como de la casa de Cornelio “el Espíritu Santo cayó como en nosotros en el principio”.

La Iglesia
Creemos que la iglesia es universal, representa el cuerpo místico de Cristo, integrada por todos los creyentes verdaderos, parte de la cual ya duerme (tumba) y parte milita aquí en la tierra. Creemos que ésta es una sola iglesia con unidad espiritual, aunque se manifiesta en el mundo por medio de iglesias locales en las cuales los cristianos dan y reciben la edificación y la comunión que Dios quiere que vivamos. Creemos que todos los cristianos, sin excepción, son dotados por el Espíritu Santo para edificar a la iglesia, edificando a sus iglesias locales por medio de miembros nuevos (evangelización), enseñando a los miembros ya establecidos (edificación) e involucrándolos en las actividades de la iglesia local (servicio).

Evangelismo
Creemos que los redimidos de Dios deben levantarse y brillar en adelante como luz que no se puede esconder, como una ciudad puesta sobre una colina, llevando el evangelio a todo lugar y en todo momento; declarando con ardiente celo y seriedad todo el consejo de Dios, para que cuando el Señor de Gloria aparezca, ellos estén preparados con la verdad en el cumplimiento de la gran comisión.

La Misión de la Iglesia (La gran comisión)
Creemos que el Señor Jesús ha ordenado a los cristianos que lleven el evangelio a toda criatura, cumpliendo las órdenes de Aquel que nos compró al precio de su sangre y los hagamos discípulos, bautizándolos para que estén identificados con El formalmente como parte de una iglesia local y enseñándoles todo el consejo de Dios obrando señales, prodigios y maravillas con el poder de lo alto. Finalmente, creemos que la única manera de hacer discípulos es mediante la proclamación de las buenas nuevas de salvación.

La segunda venida de Cristo
Creemos que después de haber resucitado, el Señor Jesús ascendió a los cielos entre nubes, ante testigos, para sentarse a la diestra del Padre y que, de acuerdo a testimonio abundante que el Señor mismo dio acerca de este asunto, y al testimonio de ángeles a los que vieron su ascensión, y a escrituras proféticas del Antiguo y del Nuevo Testamento, que el Señor Jesucristo descenderá del cielo, vendrá en gloria y poder, lleno de gracia; su llegada será la manifestación plena de su presencia y no un regreso de un señor deísta que ha estado ausente todo este tiempo y sin relación con el presente orden histórico. Su llegada será repentina e inesperada en medio de las actividades cotidianas de la humanidad. Será visible para todo hombre.

El Juicio final
Creemos que toda la humanidad estará de pie delante del trono de justicia de Dios, y que Jesucristo juzgará una sola vez y para siempre separando a los justos de los injustos; en donde los injustos serán juzgados para el castigo eterno y los justos para la vida eterna. Este juicio determinará para siempre el estado final de los hombres en el cielo o en el infierno, de acuerdo a los principios de justicia enunciados en su Santa Palabra.


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